El estanque

Se ha detenido el tiempo mientras el tic toc del reloj asedia el silencio del vacío. Un lento y agonizante viaje hacia ningún lado, una vorágine salvaje de emociones que me anclan al pasado, siendo el presente un mero receptáculo donde parece que existo pero en realidad no estoy ahí. Como un estanque de agua que no tiene un río por el que fluir, viviendo días de abril en pleno octubre tratando de evocar el calor para que me proteja del frío de mi mente. Cada día es igual, y casi lo agradezco, pero en todos ellos falta algo que no existe, como un montón de piezas de puzles diferentes que no encajan y con el tiempo se ha desgastado un poco su forma y, a la fuerza, las cosas encajan un poco mejor pero sin llegar nunca jamás a completarse. Y para cuando me de cuenta ya se habrá pasado toda mi vida y pese a todo seguiré aterrorizado de morir, porque de algún modo disfruto de la monotonía de mi cárcel.

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