No me digas

Y no me digas,

que estas miradas no son 

clases intensivas

en un grado nocturno

junto a tu mesilla,

mientras la luna canta

y los colchones chillan

con el sudor cayendo

por nuestras mejillas.

Y no me digas,

que tú no me quieres

con esa sonrisa

que me haces la cobra

pero siempre picas,

aunque los para siempre

son frases vacías

yo siempre te digo

que esto no es mentira,

al menos no mientras dure,

mientras perdure la llama que emana tu mirada,

mientras persista el aliento de la confianza,

mientras no muera la chispa como estrella en el vacío,

mientras nos despertemos sin que se nos lleve el río.

Y es que si la muerte es como una pesadilla

y resulta que la vida es la única salida,

por qué voy a amargarme por algo incontrolable

y perderme en un futuro del que nunca escapa nadie,

quiero ser como el aire que te roza con caricias

para saciarme el hambre que me sube al observarte,

tengo mi baluarte donde siempre tienes hueco

para que te escabullas cuando fluya o en invierno,

y si no te apetece... me entretengo yo en mi reino.

Ya sé que en tú cintura existe una llanura

de cordura y de color,

un sitio de reposo donde sentar cabeza

mirando a las estrellas de tus ojos bajo el sol,

como ver las Perseidas con la brisa de verano

y sentaos en el balcón,

y como compañía suena la melodía

de cada reflexión,

de cada conclusión,

de cada noche fría que ya quedó perdida

en el fondo de un cajón,

y que si cualquier día las ganas se te pasan

y tú sí se torna en no,

seremos como el viento que silba con su ritmo

y bailaremos a su son,

no hace falta pedirnos perdón,

que el dolor de la pérdida es como una lección,

y yo con cada sorbo de vida vivida

me sumo experiencias y las cosas aprendidas,

que no dejará herida la falta de tus besos

ni la ausencia de tu amor,

yo soy como una viga que aguanta lo que venga,

que si se lleva un golpe no es raro que resista,

que no va por mitades y siempre parece entera,

y ante la adversidad es extraño que desista,

pero la cosa sigue erguida y parece que prospera,

como una simple llama dentro de una alameda,

así que no me digas que no somos la hoguera

que calienta el invierno y lo convierte en primavera.

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