Popurrí

Es extraña esta sensación producida por la consciencia respecto a mi relación con ella. Cuanto más consciente soy de lo genial que es más me cuesta asimilarlo, pero esa reacción me surge de la propia asimilación de dicha realidad. Es como darme cuenta de que la realidad es tan sorprendentemente buena que resulta surrealista, aun sabiendo que en realidad no es surrealista sino producto de una serie de factores tan bonitos que cuesta aceptar que realmente ocurran (y más cuando estoy tan poco acostumbrado a nada ni remotamente similar). Siento que cuando nos decimos que nos queremos lo hacemos desde esa mezcla de perplejidad y alegría que nos produce el hecho de darnos cuenta de la situación y me parece precioso. También me parecería precioso si con el tiempo nos acostumbramos a esto y deja de sorprendernos la situación. De hecho creo que una parte de mí empieza a acostumbrarse, empieza a aceptar el sentido que tiene y lo abraza con la confianza y seguridad que genera un argumento lógico y bien expresado. Estoy viviendo experiencias y sensaciones muy nuevas para mí y es una aventura maravillosa, y la verdad es que me alegra mucho estar compartiendo todo esto con ella. Encima con cómo somos los dos creo que nos impulsamos a plantearnos más las cosas y eso, al menos a mí, me lleva a crecer más como persona. Creo que lo más bonito (y cierto) que puedo decir es que no es como si ella fuese una necesidad para hacer bonito mi camino sino una compañera de viaje que hace que disfrute y aprenda más mientras caminamos juntos. La quiero de la manera más liberadora en la que jamás haya querido a nadie, y al mismo tiempo siento que eso me libera a mí.

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