Miedos

Siento miedo al tedio, al desprecio del resto y al que yo mismo me someto, a estar solo y a estar acompañado, a subir a lo más alto para volver al mismo estado en el que he estado desde hace más de diez años. A ser un triste paño húmedo por fuera y deshidratado por dentro por haber llorado hasta la sangre de mis venas, formando tatuajes en mi piel que me recuerdan mis cagadas y las ajenas. A la oscuridad en la que vivo y a la luz que a veces entreveo en sus manos y en sus labios, a sentirme insuficiente una vez, y otra, y otra vez más.
Siento miedo al frío, pero me acostumbro, y siento miedo a perder el calor cuando lo encuentro. A salir de mi jaula para volver a encerrarme en ella tras mis fracasos, a intentar volver a un aula y darme cuenta de que realmente nada me satisface como para hacer de ello un trabajo. A rendirme y seguir así toda mi vida y a volver a intentarlo para nada, al qué dirán y al qué diré yo cuando mis ojos críticos me miran. A ser prescindible y poco memorable y a que me recuerden por cosas de las que me arrepiento y que jamás podré cambiar pase lo que pase.
Siento miedo a querer y no ser correspondido, a ser correspondido y no querer, y más aún a querer y ser correspondido y no ser más que un lastre por las cosas que no consigo hacer. A verme envejecer y a no hacerlo, a hacer algo con mi vida y a vivirla como si ya estuviera muerto. A quedarme quieto, estancado, y a correr a lo loco chocándome en un intento desesperado por hacer algo, cuando eso solo me hace daño. A que pase otro año como si fuera un suspiro, al final que se acerca imparable trayéndome un respiro, aunque es uno que no quiero.

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