La recompensa de la amabilidad

Nuestra sociedad está inundada de términos para referirse a personas que son amables o que ponen de su parte para aportar cosas a alguien por quien tienen interés romántico o sexual y que no consiguen nada (aunque también se usa para gente que lo hace de forma desinteresada). Calzonazos, pagafantas, friendzone, nenaza, sensiblero, blando... Está mal por motivos tan alejados entre sí que es difícil saber por dónde empezar, así que empecemos por el punto en común de todo esto, tanto en los casos en los que los hombres hacen uso de estas ideas y términos como los (mucho menos frecuentes) casos en los que lo hacen las mujeres: el machismo.

Probablemente la parte más evidente del machismo de este tema se ve en el desprecio hacia cualidades asociadas con la mujer (preocupación, vínculos emocionales, empatía, altruísmo, etc.) que a su vez se asocian con algo negativo, algo que los hombres no debemos hacer porque es rebajarse a un nivel inferior, bajarse de nuestro hombrío pedestal donde la gente habla a gritos y se da puñetazos de colega en el hombro. Pero eso no es más que la punta del iceberg, la raíz yace mucho más allá de todo eso, es algo tan profundo que podríamos calificarlo perfectamente como algo sociocultural. Todo esto parte de dos preocupantes problemas sociales, siendo uno de ellos el machismo y toda la educación que gira a su alrededor. En nuestra sociedad el hombre es como una especie de animal en celo que ha de cortejar a una hembra impresionándola con sus grandes dotes para protegerla del peligro, alzando su plumaje para demostrar lo grande e imponente que es, o peor aún en algunos casos, como un depredador acechando a su presa, como si conseguir tener algo con la persona que nos interesa fuese una especie de botín, en lugar de verlo como una experiencia compartida y que ha de ser gratificante para todas las partes involucradas (porque además pueden ser más de dos personas), mientras que la mujer es ese ser que la sociedad espera que sea deseable para que los hombres se fijen en ellas, como si la validez de su existencia girase en torno a gustarle a los demás, a tener cualidades que atraigan a los hombres como a buitres y así las tomen para ellos. ¿Cuántas veces habremos oído hablar de cómo Juanito se folló a Manolita? ¿Acaso no es más bien que follaron juntos los dos o resulta que es que Manolita en la historia era poco más que un objeto a conseguir para su cajón de juguetes sexuales? Sé que mucha gente no es consciente de lo que implica expresarse así, pero eso no cambia lo deshumanizador que resulta ni el impacto social que tiene el lenguaje a la hora de perpetuar ideas y conductas, tales como la objetización o instrumentalización de las personas para conseguir de ellas lo que queremos sin dar importancia a que estamos interactuando con otras personas que también tienen sus propios deseos, límites y necesidades, anteponiéndonos a nosotros mismos, o autocompadeciéndonos cuando no conseguimos lo que queremos e incluso machacando a alguien por no habernos dado lo que queríamos. Esto me lleva a la otra gran parte del problema: el egoísmo. Cuando queremos algo de alguien tendemos a creer con más frecuencia e intensidad que nuestros actos buenos, o incluso los decentes, merecen recompensa, y no es así. Si eres bueno con alguien porque te interesa conseguir algo con esa persona tengo una mala noticia: en realidad no eres bueno con esa persona, lo haces por tu propio beneficio. Si alguien te importa y quieres hacer algo por esa persona es genial, es un gesto desinteresado que demuestra el aprecio que sientes, sin embargo si lo haces esperando la posibilidad de conseguir algo significa que te importas tú y tus deseos. Así que por favor dejad de esperar que os profesen amor eterno por haber estado al teléfono con ella tres horas aquel día que estaba tan desolada, o ese otro día que necesitaba que alguien la acercara al aeropuerto y vosotros la ayudásteis, y desde luego dejad de esperar gustarles por ser menos capullos que otros tíos de sus vidas, los gustos no funcionan así, por muy amable y simpático que seas o creas ser con respecto a otra persona eso no implica que tú vayas a gustarle más, porque para gustos los colores. Además hay que añadir la guinda del pastel del patriarcado: las mujeres también son educadas por la sociedad y se las intenta condicionar para ser más pacientes, convertirlas en centros de terapia emocional de usar y tirar para todos esos hombres demasiado obcecados como para asumir sus carencias de inteligencia emocional como para ir a un profesional a mejorar como persona y un larguísimo etc., haciendo lógico que sea algo habitual encontrar mujeres que se sienten atraídas por hombres problemáticos. Aunque por suerte cada vez son más las mujeres que son conscientes de lo autodestructivos que resultan algunos de sus gustos y trabajan en ellos, por desgracia los hombres no parecemos estar tan avanzados como ellas para dejar de ser bombas emocionales de relojería rellenas de egoísmo y a punto de estallarle a alguien en la cara en cualquier momento y dejando cadáveres emocionales a nuestro paso. Con esto no pretendo negar que pase a la inversa, ni restarle importancia, todo el mundo debería trabajar en todo lo que he mencionado independientemente de su sexo, pero creo que es destacable la enorme diferencia de casos entre hombres y mujeres, pues es extremadamente preocupante y merece nuestra atención urgente y más en estos tiempos en los que comunicarse con el resto del mundo es tan fácil, así como informarse y ponerse en la piel de los demás gracias a todo el contenido al que tenemos acceso fácil con internet.

Por último quería aclarar que no solo está mal la opción de ser un egoísta que hace cosas buenas por interés, la gente "machota" que va por ahí aprovechándose de los demás, presionando, abusando y demás, es igual de mala (o peor) a su modo. Pero aunque no seáis capullos con los demás no esperéis una medallita por no ir violando por la calle a alguien, por favor, dejad de alimentar vuestro ego y vuestra autocomplacencia comparandoos con gente que consideráis peor y trabajad en mejoraros a vosotros mismos, manteniéndoos abiertos constantemente a las críticas ajenas y propias y valorándolas, para así poder ser introspectivos con vuestras conductas y poder analizar con tiempo y paciencia lo que creéis que debéis cambiar (y seguir dándole vueltas a todo, porque lo que véis bien hoy quizás lo veáis mal mañana). Y no olvidéis que la lucha no solo está en vosotros mismos, solo somos una pequeña pieza de este puzle decadente, así que no permitáis que otros actúen mal, señalad sus malas conductas porque quién sabe, aunque parezca que de entrada no sirve, esa persona puede acabar meditando sobre ello y mejorando también, consiguiendo una especie de efecto cascada entre todos, ayudándonos a mejorar mutuamente para así poder romper con esta cultura a la que, de manera muy acertada en mi opinión, se denomina cultura de la violación por todas las pequeñas y grandes cosas que giran en torno a la superioridad masculina y el rol poco más que sexual y doméstico de la mujer.

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