Noches de bohemia y de intrusión
La noche ya llegó pero la soledad no comienza. Cuando mi mundo empieza a sumirse en un húmedo y frío silencio que congela los huesos, una atronadora voz despierta en mi mente. No, por desgracia nunca me quedo completamente solo, pero ojalá. Esa voz es suave pero penetra cada fibra de mi ser, como el delgado filo de una katana bien afilada que se abre hueco dentro de mí rompiéndome en mil pedazos. Tal vez en el pasado haya sufrido malos tratos, pero me parece que nada tan horroroso como la forma en que me trata mi propia mente. Como un chiquillo asustado porque oye a su padre gritar y sabe lo que significa, la parte de mí que aún se importa trata de huir de su propia sombra por imposible que sepa que es. Ha habido veces que ha tratado arrancarla, otras ha intentado iluminarla tanto que dejase de ser visible, pero la sombra siempre está ahí, inmutable, paciente, acechante. Con el paso del tiempo se ha convertido en algo más que una sombra, tal vez una vorágine de oscuridad, un agujero negro que absorbe mi propio ser hacia la más opresiva de las profundidades. Su gravedad es tan alta que cada vez me resulta más difícil el simple hecho de intentar despegarme de su efecto. A veces me rindo y me sumerjo en ella, otras veces me resisto y aún así me derriba. En parte me considero fuerte, y aún así, ni con todas mis fuerzas parezco capaz de plantarme cara a mí mismo. Tanto pensar, tanto entenderme, para acabar siendo incapaz de derrotar a mis demonios. Hay rachas en las que simplemente no tengo fuerzas ni ganas de seguir alzándome contra el odio que vierto sobre mí, de alzarme contra la impotencia, el vacío, la ansiedad, la desmotivación. Pero al final siempre acabo intentándolo una vez más, y otra, y otra más por si acaso. Tal vez nunca llegue a vencerme, y a los ojos de la mayoría de las personas tal vez ni siquiera se pueda apreciar el cansino esfuerzo interno que tengo que hacer para cada batalla que libro, pero al menos yo sé que lo he intentado, que lo intento y que lo intentaré. Cuando muera dará igual el desenlace, pero yo lo intentaré, porque al fin y al cabo ahora estoy aquí y por irrelevante que pueda sentir que es, me gustaría hacer sonreír a algunas personas antes de irme de este maravilloso infierno al que tanto cariño le he cogido.
Comentarios
Publicar un comentario