Tadaima
Es curioso cómo pese a la distancia siento tanta cercanía, cómo pese a las ganas de verte en persona no se enturbia la experiencia que vivo entre medias. Hace tiempo que me esfuerzo por no participar en esa especie de juego camaleónico al que juega la gente para adaptarse a su entorno y me limito a ser yo mismo, pero es que ahora además he encontrado en nuestra relación un lugar intangible en el que puedo ser yo mismo y, además, sentirme completamente en paz con ello. Es como llegar a casa tras pasar frío en una gélida noche de invierno y calentarme ante el reconfortante calor de la comprensión que nos aportamos. Me siento a gusto con mi libertad y con la tuya, a gusto con que aunque compartamos partes de nuestras vidas nunca lo hagamos desde un sentimiento de obligación, a gusto contigo en tu totalidad más absoluta. A veces me entra un poco de miedo, supongo que es porque cuanto más te importa algo más asusta la posibilidad de perderlo, pero lo cierto es que más miedo me da perderme una experiencia tan bonita como tenerte en mi vida por no disfrutar del momento y centrarme en la idea de que quizás en algún momento nos distanciemos. Además sería menospreciarme a mí mismo creer que no soy capaz de gestionar la pérdida cuando sé de sobra que lo soy, y que incluso aprendo cosas del proceso. Así que cualquier atisbo de miedo en mí se desvanece porque sé que pase lo que pase voy a sacar cosas buenas, tanto del camino que recorra a tu lado como de lo que pueda venir después si cada uno acabamos separando esos caminos. Y para mí eso es lo que más importa: disfrutar el ahora y construir experiencias bonitas y sanas. Está bien prepararse para lo que venga en el futuro, pero amargarse la vida pensando en la infinidad de posibilidades que encierra es algo autodestructivo y es más estúpido aún preocuparme por ello cuando no tengo ninguna duda de que suceda lo que suceda siempre será partiendo de la base de tratarnos bien. Y yo con eso ya soy feliz.
Comentarios
Publicar un comentario