La fuga
Soy como una rueda pinchada y mi fuerza vital se escapa como si tuviese una fuga a dos voces que huyen la una de la otra a contrapunto. Contemplo a los demás avanzando entre párrafos, siguiendo sus vidas conforme sus propios capítulos se vierten por el continuo paso del flujo del tiempo, mientras yo tan solo espero el punto final de mi desordenada historia. En estas últimas semanas he sufrido altibajos dignos de una montaña rusa emocional, pero todo ello formaba parte de una sensación positiva de esperanza y el miedo a cagarla. Cuando menos lo esperaba alguien me ha tendido su mano y ha prendido una chispa en mis ojos, la cual trata de hacerse hueco hacia mi propio interior para avivar la extinguida llama de mi motor. Pero hoy esa chispa no me acompaña, hoy he amanecido con mis sombras susurrándome algo que intento olvidar, tratan de arrastrarme al abismo con ellas para mostrarme de lleno el mayor de mis miedos y que me sumerja en el terror del vacío. Al menos sigo recordando que hay una alternativa, aunque me cueste alcanzarla por mi cuenta por ahora. Tengo ganas de perderme en su mirada porque al hacerlo me recuerda esa luz que se me escapa. Me recuerda que el arte es más que dibujos y esculturas, que el arte habita dentro de la gente, dentro de la vida, y que joder, no sé qué verán los demás pero yo desde luego al mirarla veo una obra de arte que con sus gestos y miradas transmite más de sí misma de lo que yo sería capaz de explicar con simples palabras.
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